
Debido a la gran necesidad de contar con un sistema uniforme de administración y teniendo como objetivo principal, que en la iglesia todos podamos actuar en armonía, se ha visto necesario preparar este manual de organización eclesiástica, que nos permita manejar adecuadamente la administración de la iglesia, sin que ello se convierta en una regla que se sobreponga a las ordenanzas divinas , sino más bien, que estén en armonía con los principios del gobierno de Dios y que a su vez exalten sus sagradas ordenanzas.
Este manual, ayudará a nuestros ministros, pastores, obreros bíblicos y oficiales de iglesia en general, a organizar y administrar en forma más eficiente la obra del Señor. Además, permitirá que nuestra Institución, como organismo social, tenga un criterio uniforme de administración como dice el apóstol Pablo: “que todos hablemos una misma cosa, y que no haya división entre vosotros, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer” 1Cor. 1:10
Es esencial, y a la vez importante, que la iglesia como organismo social, conozca y al mismo tiempo comprenda que ninguna entidad sea de cualquier índole que sea, pueda subsistir en el transcurso del tiempo, sin que sus dirigentes sean personas que conozcan los lineamientos y principios de la ciencia de la administración, o que por lo menos tengan nociones generales de ello, para que puedan asumir responsabilidades de dirección dentro de una organización.
Hemos de comprender que el ministerio de la iglesia (ministros, pastores, diáconos, obreros bíblicos) ellos están en primer lugar como “servidores de Cristo, y administradores de los misterios de Dios… y se requiere de los administradores [de ellos], que cada uno sea hallado fiel” (1ª Corintios 4:1,2). ¿Qué nos sugieren estos pasajes de la Palabra de Dios? Por lo que podemos entender, es que, todos los que han sido llamados para conducir la iglesia, ellos son sencillamente servidores administrativos de la iglesia. Pero ¿que entendemos cuando el Señor nos dice que los que dirigen la iglesia son servidores y administradores? Simple y llanamente, lo que el Señor nos está queriendo decir, que todo dirigente que ha sido elegido para una u otra responsabilidad en la iglesia el o ellos tienen que ser personas que tienen que ver con todo el proceso administrativo de planificación, organización, ejecución y evaluación de los diferentes programas que se puedan poner en marcha en pro del desarrollo de la iglesia. Es eso, lo que el Señor nos está señalando en su Palabra.
Una vez que hemos comprendido lo que el Señor nos quiere enseñarnos en los pasajes arriba citados, es importante que entendamos, que la administración eclesiástica por su naturaleza, se divide en dos partes generales a saber: Administración Espiritual y La administración material. La primera (administración espiritual) abarca la predicación del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo en sus distintas formas (cultos públicos y en la iglesia), la administración de los ritos y ceremonias de la iglesia, (bautismo, Cena del Señor, matrimonios, preparación de los candidatos para el bautismo, ordenación de personas para el ministerio, sesiones de miembros, etc.). Todos estos aspectos están relacionados con los procesos administrativos de la iglesia. Y es importante, que este primer aspecto sea comprendido claramente por la iglesia, debido a que muchos o la mayoría de los miembros de nuestra institución creen que los dirigentes de la obra no tienen que realizar actos administrativos; sin entender, que para toda actividad se necesita hacer uso de la administración. En segundo lugar (administración materia), la administración eclesiástica tiene que ver con la administración de los recursos financieros (dinero) y demás bienes materiales (muebles inmuebles, etc.) de la iglesia, los que son administrados por tesoreros y por comisiones financieras. Entendiéndose que los tesoreros son los encargados de administrar los dineros de la iglesia, y las comisiones financieras a su vez, se encargan de de preparar los presupuestos anuales y la planificación de los usos que se les pueden dar a los otros recursos de la obra. También las comisiones financieras son las encargadas de planificar la compra o la venta de bienes necesarios o innecesarios para la obra. Tanto los tesoreros, como las comisiones que se han mencionado, no son autónomos en sus funciones, y solo pueden actuar en base a resoluciones de las juntas directivas y asambleas de iglesia.
Además, queremos señalar que los principios elementales de la administración, su aplicación al desarrollo de la iglesia, tiene como objetivo principal, que tanto el ministerio de la iglesia, como los miembros de nuestra institución tengamos un criterio uniforme en todos los aspectos administrativos de la obra, sin perder de vista que las reglas y normas administrativas no se sobrepongan a los preceptos divinos, sino más bien que ellos sean un medio para ensalzar las normas del Señor, y que tanto lo uno como lo otro se armonicen en el gran plan de redimir al hombre de la maldición del pecado.
El Señor en su divina providencia, quiere que comprendamos que el orden es la ley del cielo, y que su iglesia aquí en la tierra debe caracterizarse también por el orden, el sistema y la armonía en todas sus partes y dependencias que la conforman. La Palabra de Dios no dice al respecto: “Pero Dios, no es un Dios de confusión, sino de paz como en todas las iglesias de los santos. ...Empero hágase todo decentemente y en orden” (1Cor. 14:33,40). Dios es un Dios de orden. Todo lo que se relaciona con el cielo.... para que pueda poner sobre ella el sello de su aprobación” Servicio Cristiano, pág. 93.
El estudio del presente manual está dividido en dos secciones generales: sección uno, la administración académica y su aplicación en la administración de la iglesia y sección dos, la organización como principio de la administración y su aplicación eclesiástica. Las dos secciones, a su vez están divididas en veintidós partes generales con sus sudiviciones naturales de cada parte.
Que el Dios del cielo, el Señor Jesucristo y el Espíritu Santo, nos ayuden hoy más que nunca, a ser una iglesia ordenada y disciplinada, de tal suerte que el sello de la aprobación Divina, pueda ser colocado en toda labor que la iglesia emprenda en beneficio del engrandecimiento y progreso de la obra. AMEN.
El autor
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