martes, 11 de noviembre de 2008

EL RITO DEL BAUTISMO




LA ADMINISTRACIÓN DEL RITO
Antes de efectuarse el rito, el oficiante de la ceremonia bautismal debe dar algunas instrucciones claras y simples a los candidatos en relación a los procedimientos en la ceremonia bautismal. Deben ser instruidos a respirar profundamente, a cerrar los ojos y la boca en el momento de ser sumergidos en el agua. Además se les debe indicar que deben mantener el cuerpo firme, parados con el pié derecho adelante y el izquierdo un poco atrás para facilitar su inmersión. Se debe recodar a los candidatos que ellos deben doblar suavemente las rodillas solamente y no el cuerpo. Hay que tener un cuidado especial con aquellos que no están acostumbrados o temen al agua, para que no queden nerviosos sin motivo. En todo caso hay que dejarlos para el último si es que hubiera más de un candidato. [1]



Al iniciarse la ceremonia bautismal, los presentes deben estar reunidos junto a los candidatos y los niños deben permanecer quietos y reverentes. El pastor oficiante invitará a cantar un himno y enseguida presentará una pequeña alocución basada en San Mateo 28: 18 – 20, esto no debe ultrapasar los diez minutos. En esta parte puede incluirse las siguientes palabras: “los hermanos están para ser sepultados en la tumba líquida, sepultados para este mundo, y resucitados para una nueva en Cristo Jesús”. Acto seguido, el ministro oficiante dobla las rodillas juntamente con los candidatos y eleva una oración a Dios mientras los demás asistentes permanecen de pié con sus cabezas inclinadas en actitud de reverencia. Luego de la oración, el ministro entra al agua para realizar el rito bautismal, entre tanto un líder de la iglesia dirige a la congregación la entonación de himnos apropiados a la ocasión. En cuanto el oficiante está ubicado en lugar y posición adecuada, él toma las manos del candidato llevándolas junto al pecho con la mano izquierda y su mano derecha levantada sobre la cabeza del candidato, pronuncia las siguientes palabras: Apreciado hermano (na), de acuerdo con tu profesión de fe en nuestro Señor Jesucristo y de haberlo aceptado como tu salvador personal, yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; entonces sumerge al candidato suavemente hacia su lado derecho (en contra de la corriente cuando es en río) y cuando el candidato es levantado a la debida posición, la congregación reinicia la entonación del himno.



Después que los candidatos han sido bautizados, el ministro sale del agua y cambia sus ropas bautismales en lugar apropiado, lo mismo hacen los hermanos bautizados, entre tanto la congregación sigue entonando himnos. Una vez que el ministro y los bautizados se han mudado sus ropas, retornan al lugar donde se inició la ceremonia, el oficiante leerá algunos textos bíblicos tales como: San Mateo 3: 16, 17; Hechos 8: 39, etc. Debe ser mencionado que Dios endosa la realización de la ceremonia ahora como él lo hizo en ocasión del bautismo de Jesús, cuando El envió al Espíritu Santo a posarse sobre El. El ministro eleva una oración final e invita a los presentes a saludar a los nuevos miembros de iglesia. [2]



“El que administra el rito del bautismo debe tratar de que esta ocasión ejerza una influencia solemne y sagrada sobre todos los espectadores. Cada rito de la iglesia debe ser dirigido de manera que su influencia sea elevadora. Nada debe hacerse en forma común o despreciable, ni ponerse al nivel de las cosas comunes. Es necesario enseñar a nuestras iglesias a tener mayor respeto y reverencia por el sagrado servicio de Dios. Mientras los predicadores dirigen los servicios relacionados con el culto de Dios, están educando y preparando a la gente. Los pequeños actos que educan, preparan y disciplinan el alma para la eternidad son de vastas consecuencias para elevar y santificar a la iglesia



“Cuando quiera que sea posible, adminístrese el bautismo en un lago claro o un arroyo de agua corriente. Y désele a la ocasión toda la importancia y solemnidad que se le pueda impartir. Los ángeles de Dios están siempre presentes en un servicio tal” [3]



EL BAUTISMO, UN JURAMENTO DE LEALTAD AL SEÑOR
“Cuando los cristianos se someten al solemne rito del bautismo, el Señor registra el voto que hacen de serle fieles. Este voto es su juramento de lealtad. Son bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Así están unidos con los tres grandes poderes del cielo. Se comprometen a renunciar al mundo para observar las leyes del reino de Dios. Por lo tanto, han de andar en novedad de vida. No han de seguir más las tradiciones de los hombres. No han de seguir por más tiempo métodos deshonestos. Han de obedecer los estatutos del reino del cielo. Han de buscar el honor de Dios. Si son fieles a su voto, serán provistos de gracia y poder que los habilitará para cumplir con toda justicia. “A todos los que le recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, a los que creen en su nombre” [4]




VIDA Y CONDUCTA DESPUES DEL BAUTISMO
“Los votos que asumimos con el bautismo abarcan mucho. En el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, somos sepultados como en la muerte de Cristo, y levantados a semejanza de su resurrección, y hemos de vivir una vida nueva. Nuestra vida debe quedar ligada con la vida de Cristo. Desde entonces en adelante el creyente debe tener presente que está dedicado a Dios, a Cristo y al Espíritu Santo. Debe subordinar a esta nueva relación todas las consideraciones mundanales. Ha declarado públicamente que ya no vive en orgullo y complacencia propia. Ya no ha de vivir en forma descuidada e indiferente. Ha hecho un pacto con Dios. Ha muerto al mundo y debe vivir para Dios y dedicarle toda la capacidad que le confió, sin perder jamás de vista el hecho de que lleva la firma de Dios; es un súbdito del reino de Cristo, participante de la naturaleza divina. Debe entregar a Dios todo lo que es y todo lo que tiene, empleando sus dones para gloria de su nombre.



Las obligaciones del pacto espiritual que se expresa en el bautismo son mutuas. Mientras los seres humanos desempeñen su parte con obediencia ferviente, tendrán derecho a orar: “Sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel.” (1 Rey. 18: 36.) El hecho de que habéis sido bautizados en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, es una garantía de que si pedís su ayuda, estas potestades os ayudarán en toda emergencia. El Señor oirá y contestará las oraciones de los que le siguen sinceramente, y llevan el yugo de Cristo y en su escuela aprenden a ser mansos y humildes.



Si habéis pues resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque muertos sois, vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.” (Col. 3: 13.)



Vestíos pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrarías de misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de tolerancia; sufriéndoos los unos a los otros, y perdonándoos los unos a los otros si alguno tuviere queja del otro: de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de caridad, la cual es el vínculo de la perfección. Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la cual asimismo sois llamados en un cuerpo; y sed agradecidos. . . . Y todo lo que hacéis, sea de palabra, o de hecho, hacedlo todo en el nombre de Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por él.” (Vers. 12-17.). [5]
PELIGRO DE BAUTIZAR A PERSONAS NO CONVERTIDAS



“La llegada de miembros que no han sido renovados en su corazón y reformados en su vida, es una fuente de debilidad para la iglesia. Este hecho se ignora a menudo. Algunos pastores e iglesias están tan deseosos de obtener un aumento del número que no presentan un testimonio fiel contra los hábitos y prácticas no cristianos. A los que aceptan la verdad no se les enseña que no pueden ser mundanos en su conducta mientras son cristianos de nombre, y estar seguros. Hasta aquí han sido súbditos de Satanás. De aquí en adelante han de ser súbditos de Cristo. La vida debe dar testimonio de que han cambiado de guía” [6]
NUESTRO BLANCO: BAUTIZAR A PERSONAS REALMENTE CONVERTIDAS
“Los pastores que trabajan en los pueblos y en las ciudades para presentar la verdad, no deben sentirse contentos, ni deben pensar que su obra está terminada, hasta que los que han aceptado la teoría de la verdad perciban verdaderamente el efecto de su poder santificador y estén en realidad convertidos a Dios. Al Señor le agradaría más tener seis personas verdaderamente convertidas a la verdad como resultado de sus labores, que tener sesenta que hacen una profesión nominal y que sin embargo, no están cabalmente convertidas. Estos ministros deberían dedicar menos tiempo a la predicación de sermones y deberían reservar una parte de sus energías para visitar a las personas interesadas y orar con ellas, instruyéndolas en la piedad “a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre (Col. 1: 28)” [7]



RECEPCIÓN DE MIEMBROS
“La ceremonia de recepción de miembros debe ser iniciada con un himno apropiado para la ocasión y la lectura de un texto bíblico sin comentario. Sugerimos los siguientes textos: San Lucas 15: 7, 10; San Juan 6: 37, 39; etc. Acto seguido todos son invitados a arrodillarse, en cuanto es elevada una oración, al término de la cual no se entonará un segundo himno.



El ministro oficiante debe mencionar la alegría y contentamiento que existe entre los miembros de la iglesia como entre los ángeles celestiales, por el acto de las almas que hicieron su decisión por la verdad. El reino de Satanás, por otro lado quedó airado por perder aquellas. Es bueno también recordar que después del bautismo de Jesús El fue tentado, y las nuevas almas deben también aguardar que el mismo esfuerzo de Satanás será empleado contra ellos. En adelante, como súbditos del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, estarán protegidos en cuanto permanezcan fieles a su voto y buscaren la guía divina. El ministro debe animarles a mirar constantemente a Jesús y a confiar en El como el único salvador. Debe leer algunos versos de la Biblia como advertencia y consuelo. Sugerimos leer los siguientes textos: San Mateo: 4: 3; Colosenses 3: 1 – 4; 1ª Pedro 2: 2 – 4, 9, 10; Efectos 2: 12 – 22; 4: 22 – 321; Colosenses 2: 6, 7, 10 – 13;San Mateo 24: 13; Apocalipsis 2: 10; San Lucas 10: 20; Romanos 6: 3 – 7; 8: 1, 14 – 18; Gálatas 3: 27 – 29 y Filipenses 4: 4 – 8.



Los nuevos miembros y la congregación se ponen de pié encuato el ministro extiende la mano derecha a los nuevos bautizados, él asegura la mano derecha del miembro y dice: Apreciado hermano (a), extiendo la mano derecha de la comunión de la iglesia y te doy la bienvenida al ceno de la Iglesia Adventista del Sétimo Día Movimiento de Reforma. Hoy por la gracia de Dios eres miembro de la familia de Dios en el cielo y en la tierra, cita Efesios 2: 19 y confirma la bienvenida con un ósculo santo a los hermanos y a las hermanas con un suave apretón de mano.



Es importante, que a los nuevos miembros, se les ofrezca la oportunidad para expresar su agradecimiento y gratitud a Dios. En esta ocasión se debe aprovechar para hacer un apelo a los simpatizantes y visitas a que también se decidan a hacer el pacto con Dios. Los que decidan dar ese paso importante, deben ser invitados a pasar adelante y un hermano anciano de respeto o un pastor debe ser invitado al frente para orar con los interesados que han decidido prepararse para ser bautizados en el futuro cercano. El secretario de iglesia debe anotar los nombres de los nuevos candidatos al bautismo y la Comisión de la Iglesia deberá encargarse de planificar el programa de clases bautismales.



[1] (ver Guía Ministerial de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día Movimiento de Reforma, pág. 29).
[2] (ver Guía Ministerial de la Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día Movimiento de Reforma, págs. 30, 31).
[3] (2JT. 395).
[4] (Carta 129, 1903 – Ev. 226, 227).
[5] (2 JT. 397, 398).
[6] (Ev. 235).
[7] (Testimonies, tomo 4, pág. 317. Año 1879 – Ev. 235).

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